Una reflexión sobre lo importante de mantener el equilibrio en todo. Esto es, no dedicarte todo el tiempo al trabajo o a la escuela, ni al descanso o al entretenimiento. Es importante todo pero tiene que ser con medida. Es una importante lección para los empresarios, académicos y la gente que se entrega a su profesión y que vive para trabajar en vez de trabajar para vivir.
Fuente:
Relato De Benin - Documentos - Ronalscito
Esta historia se ha contado miles de veces con muchas variaciones. Hace poco, un campesino de edad avanzada de Benín (África occidental) relató esta versión a unos jóvenes:
Un pescador que regresa a casa en su piragua se encuentra con un extranjero experto en finanzas que trabaja en ese país en desarrollo. El experto le pregunta por qué vuelve tan temprano, a lo que el pescador responde que podría haberse quedado más tiempo, pero que ya había pescado lo suficiente para mantener a su familia.
—¿Y qué hace usted con el tiempo que le sobra? —pregunta el experto.
—Bueno, pesco un poco, juego con mis hijos y nos echamos una siesta cuando hace calor. Por la noche cenamos juntos, y después escucho música con mis amigos o algo así.
—Verá —lo interrumpe el experto—, yo poseo un título universitario y he estudiado estos temas. Quiero ayudarlo. Usted debería quedarse más tiempo pescando. Así ganaría más y no tardaría en poder comprar un bote más grande que esta piragua. Con él, ganaría aún más, de modo que pronto podría tener toda una flota de barcas pesqueras.
—¿Y entonces qué? —pregunta el pescador.
—Entonces, en vez de vender el pescado a un intermediario, usted podría comerciar directamente con la fábrica, o hasta abrir su propia factoría. Podría dejar el pueblo y mudarse a Cotonou, a París o a Nueva York, y administrarlo todo desde allí. Hasta podría pensar en que su negocio comenzara a cotizar en la bolsa y hacerse millonario.
—¿Y cuánto tiempo tomaría todo eso?
—Unos quince o veinte años.
—¿Y entonces qué?
—Entonces es cuando la vida se pone interesante —le asegura el experto—. Podrá retirarse, dejar atrás toda la agitación y el ajetreo, y mudarse a algún pueblo apartado.
—¿Y entonces qué? —repite el pescador.
—Entonces tendrá tiempo para pescar un poco, jugar con sus hijos, echarse una siesta cuando haga calor, cenar con su familia y escuchar música con sus amigos.